En medio de llanto, dolor y exigencias de justicia sepultaron a familia en Coatzacoalcos

6 féretros, 4 niños inocentes, fueron sepultados esta tarde en Coatzacoalcos/ Plumas Libres
- en Sociedad

Coatzacoalcos, Ver, .- El descanso del panteón de Lomas de Barrillas se convirtió en el último espacio íntimo donde dos abuelas pudieron convivir con sus nietos: cuatro niños menores de diez años que el sábado pasado murieron acribillados mientras miraban la televisión.

Las dos mujeres adultas mayores, anónimas, expresaron siempre su condición de abuelas al abrazar, uno por uno, los cajones depositados en el área previa antes de ser llevados a la fosa.

Las madres de Clemente Martínez y de Maritidiana Pech dijeron adiós a sus hijos amados, pero el momento resultó profundamente lleno de amor y desprecio al olvido cuando ambas desfilaron delante de los ataúdes de los niños.

Elaborados de materiales sencillos, la calidad de los estuches dejó al descubierto la condición social de las víctimas, y que los mismos no fueron comprados por la familia, sino  donados por la agencia funeraria y el municipio.

Los seis perecieron el sábado a las 5:00 P.M. cuando sujetos armados bajaron de un taxi y se metieron por la fuerza a la casa de Clemente y Martidiana, arremetiendo con sus armas violentamente contra todo ser vivo.

Cubierta de lágrimas, vistiendo prendas desgastadas, la madre de Clemente, abuela de los cuatro niños, ubicó el ataúd de su nieta Joselín, la bebé de tres años.

La abuela depositó la mitad de su cuerpo  sobre el féretro y balbuceó palabras amorosas. Con sus arrugadas manos prodigó la últimas caricias a la tela color gris que cubría el cajón.

Miró alrededor y los brazos de uno de sus hijos la sostuvieron antes del desfallecimiento.

“Joselín, mi amor, por qué te hicieron esto, mi vida. No es justo”, zurró.
“Guadalupe, mi Guadalupe hermosa, ¿por qué me dejas sola, y ahora a qué abuela irás a visitar hija mía?”, expresó frente a la víctima de seis años.

A paso cansado llegó a la de Ángel, de 4, al que le dedicó el último adiós y la promesa de verse pronto, en el cielo, “primero la Gloria de Dios que en Cristo vive”, proclamó.

El dolor más grande, incalculable, lo sintió ante el cajón de Daniel, el de cinco, se notó, el más querido, el apreciado, “mi nieto hermoso, mi

Daniel, no me dejes, dime que no te vas, Dios mío, que dolor tan grande este”, repitió angustiosamente, desesperada.

Al finalizar el recorrido por los ataúdes, se miraba húmeda de la ropa y la cara. Era alcohol y lágrimas. Cerca del naufragio, se derrotó sobre una silla que ágilmente alguien acercó. Detrás de ella se encontraba la otra abuela, la madre de Martidina, más discreta, acarició y besó por última vez a sus también nietos. Del dolor, la voz no se le notaba

Las dos resultaron tranquilizadas por otros deudos. Derrocharon el amor y el sufrimiento al haber perdido a los nietos, cuatro de golpe, en medio de la salvaje violencia que esta vez hizo que fueran los nietos los que se adelantan a las abuelos.

Mientras el gobierno de Veracruz concentró toda su atención en el funeral y homenaje de los elementos de la Policía Federal ultimados el mismo día, a la misma hora, a este cementerio las autoridades sumaron falta, no así los vecinos y conocidos de los caídos.

Docenas de personas, la mayoría de iglesias evangélicas, se dieron cita al camposanto de Lomas de Barrillas También acudieron algunos pequeños, alumnos de la escuela primaria y el jardín del niño al que asistían los niños finados. En sus caras se notaba que ni si quiera entendían que hacían acá viendo los seis grandes agujeros en la tierra a los cuales lanzaron flores.

El entierro concluyó con las palabras de un pastor evangélico que, furibundo, Biblia en mano, pidió perdón para los sicarios que dieron muerte a la familia, pero que desde la tierra bendecida condenó el papel de los periodistas presentes, “ustedes creen que esto es un juego, venir y tomar imágenes de esto, lo que hacen ustedes está mal, vender la tragedia y hacer dinero de eso”, lanzó, al tiempo que les recomendó “busquen a Dios”.

En silencio el cortejo llegó al cementerio…./ Plumas Libres

El cortejo fúnebre partió a las 13 horas de la funeraria Casa Maram. Los féretros fueron colocados en tres carrozas fúnebres que avanzaron lentamente sobre el malecón costero de Coatzacoalcos, hasta la última morada, en el panteón de Lomas de Barrillas. 

En el sitio, las familias hicieron alabanzas y cantos cristianos para despedir a Clemente Martínez y Martidiana Pech, los dos de 38 años de edad y sus 4 pequeñitos.

Llanto y dolor de los abuelos, tíos y demás asistentes al funeral

Durante el evento, los deudos exigieron que las autoridades hagan justicia, aunque expresaron que esperan más justicia de lado de dios, que de la del hombre.

Se evidenciaron con una gran tristeza. Lamentaron la crueldad con que los sicarios atacaron a los niños que no tenían culpa de nada.

Muchos despidieron a la familia asesinada y exigieron justicia/ Plumas Libres

Las autoridades de Coatzacoalcos terminaron financiando los gastos funerarios luego de que la família pidió apoyo por ser muy humildes, no tenían dinero ni para comprar los féretros.

Después de dos horas en el cementerio, todos se retiraron sin antes no haber despedido a la familia que fue víctima de la violencia rampante y sin control de Coatzacoalcos.

Otros gritaban indignados cuánto tiempo más tardará el gobierno para lograr que la paz regrese a todos los rincones del estado de Veracruz.

Comentarios

  1. La pregunta sería, si ésta familia era tan humilde y pobre, ¿cuál es el motivo de que les hayan asesinado de forma tan atroz? El artículo habla de sicarios, pero los sicarios son gente profesional que realizan un trabajo rápido y sin apasionamientos por motivos económicos. La crueldad con que fueron asesinados, indica otra cosa, criminales comunes, familiares o vecinos envidiosos, que actuaron de forma pasional, caótica y sin, al parecer, fundamentos derivados por deudas o «ganes» del crimen organizado. Por desgracia, tenemos una sociedad podrida, llena de potenciales criminales que surgen al calor de la impunidad generalizada.

    1. últimamente los sicarios son cualquier descerebrado que hasta por mil pesos te andan matando, de profesionales no tienen nada.

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